lunes, 21 de enero de 2013

BUSCANDO EL SUFRIMIENTO

Este fin de semana se han intentado alinear los planetas para fastidiar de una forma u otra la salida de los sábados. Mucho frío, muchísimo viento y lluvia, con esta mezcla se obtiene un resultado de falta de ganas y por lo tanto un fin de semana sin bicicleta. El caso, que por circunstancias, empecé a pensar que quizá este tiempo me podría resultar de gran ayuda, ya que tendría la ocasión de simular un panorama muy similar al que podría encontrarme en el Infierno Cántabro.
Llegado el momento de planificar la ruta, empiezo a indagar el viernes noche (como siempre a última hora) y comienzo a buscar rutas de MTB por la zona de Cuenca, sin demasiadas zonas técnicas, pero cargada de kilómetros, con aproximadamente 90kms y alrededor de 1500 metros de desnivel positivo, a lo que sumado el mal tiempo, pudiera sentir el sufrimiento que supone enfrentarse a las adversidades del terreno fangoso, frío, viento y agua. Quería ver como reaccionaba el cuerpo y la bici.

El caso, que llegado el día siguiente, al despertarme miro por la ventana y menudo panorama. Lluvia, viento y frío, exactamente 4 grados. Intento no pensar lo capullo que voy a ser,  y tras desayunar, me preparo los bártulos y a rodar.
Nada más salir me empiezo a dar cuenta que va a ser muy duro, pero intento mentalizarme que lo voy a hacer, comienzo a percatarme que todo no se basa en lo físico, puedes estar muy fuerte, hacer series durísimas y matarte a entrenar, pero nunca pensé que fuera tan importante estar preparado psicológicamente para resistir las adversidades y mira que soy endurero desde hace ya muchos años. Tras realizar 40 kms empiezo a tener mucho frío, los pies los llevo completamente calados y empiezo a sentir la misma sensación que en los dedos de las manos, un cosquilleo molesto que me hace torpe, de la única forma que consigo no pensar en el frío es pedaleando fuerte, voy muy rápido, estoy subiendo a muy buen ritmo, tengo frío pero se que estoy avanzando. El problema llega cuando empiezo a perder aire de la rueda trasera, me tengo que detener para solucionar el problema, a lo que aprovecho para lubricar cadena y cambio, que estaban como la mojama. Saco del bolsillo del maillot comida y es entonces cuando me pega el primer achuchón del día. El frío comienza a apoderarse de mi, y me doy cuenta que parar no es aconsejable, estoy calado hasta los huesos y el simple movimiento de hinchar la cubierta se hace un mundo, las manos son torpes y es cuando tu cuerpo empieza a encender las alarmas de "Gilipollas, gilipollas, gilipollas!!!!" querías sufrimiento pues toma sufrimiento gilipollas!, que el infierno no tiene porqué ser Cántabro, también puede estar en Cuenca. En un momento de lucidez me doy cuenta que he realizado 50 kilómetros y aun me quedan 40 para llegar a casa, que me encuentro en medio de la nada y que solo yo puedo salir de semejante atolladero. Vuelvo a dar aire y continuo, empiezo a coger ritmo de nuevo y me encuentro con el segundo problema. El freno delantero se queda KO y el barro comienza a pegarse por todos los sitios, me cuesta muchísimo pedalear la bicicleta está llena de barro y cada rueda puede pesar 5 kilos. Toca vadear un rio, claro que es una ruta para verano, bueno, pues si ya estoy completamente mojado, que más da! Utilizo el río para limpiar la bici, le quito todo el barro que puedo, vuelvo a lubricar y con tiritones me dispongo a asumir el puerto más duro del día. Jamás pensé que le sacara tanto partido a una subida, no quería que se terminara, a pesar de ir mojado, había entrado en calor, ya solo me quedaban 30 kilómetros para llegar a casa. Tras coronar, me enfrentaba al mayor peligro del día, la bajada. Creerme que no era por ser técnica, por estar embarrada o por llevar mucha agua, su mayor arma era el frío. Bajas rápido y al bajarte el pulso te quedas como un tito, creo que nunca antes había sentido tanto frío, tanto que llegué a temer por perder el control de la bici al no poder controlar las manos como quisiera.
Finalmente, parece que el Todopoderoso utiliza sus poderes para rajarme la cubierta trasera y tener que abortar la misión. Suerte que me deja cerca de Enguídanos y consigo contactar con mi suegro, quien ya estaba sobre aviso de que me iba solo y el recorrido, por lo que acude a mi rescate. Sabía que tendría que aguantar las mofas unas cuantas semanas, pero no me quedaba otra jaja.
 Al final 70 kilómetros y unas cuantas cosas claras. El físico no es solo lo importante, debes elegir muy bien la ropa, impermeable para los pies y sobre todo mejorar el umbral de sufrimiento a las adversidades. Mejorar la mecánica de la bici contra el barro y conocer sus puntos flacos.


Tras una ducha bien caliente, saco varias conclusiones. La primera, que si en los 10000 del Soplao, hay adversidades atmosféricas, la cosa se complica muchísimo, y ya no solo lo se por comentarios, sino por sentirlo en mis carnes. La segunda, que es un factor a tener muy en cuenta a la hora de entrenarlo, saber sufrir es muy importante y más en este tipo de pruebas de resistencia física y psicológica.

5 comentarios:

  1. esas mismas sensaciones pero multiplicadas x 2 las sufri este año en mi primer soplao y te puedo jurar ke nunca lo he pasado tan mal pero al final como bien dices la mente y la familia en ese momento hacen que uno consiga esos retos yo lo consegui ahhhhhhh y viviendo en canarias que solo habia rodado en mojado una vez pero sin frio jaajajaj mi blog chivirifuertebike tengo la cronica del soplao un saludo y a por el soplao jajaajaj

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    1. Un Canario en el Soplao! eso si que es moral! me alegra que terminaras, espero que repitas este año.
      Un saludo y gracias. Por cierto gran crónica!

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  2. Un autentico Infiernu!! A mi me tienen picaó unos colegas del Norte, yo soy de Madrid, y si todo va bien, este año ando por allí, ya fui un día a rodar por allí con la bici, subimos hace poco El Moral, con nieve...Muy bonito. Un saludo. Intentare entrenar mucho.

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